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LO FANTÁSTICO LATINOAMERICANO


Lo fantástico era un género literario muy famoso en Europa y las Américas durante el siglo XIX. En Latinoamérica, ese género dio a muchos autores una oportunidad de expresar sus pensamientos en un tipo de novelas cortas muy específico ; era el nacimiento de lo Fantástico latinoamericano, caracterizado por su representación de hechos sobrenaturales en un entorno cotidiano y usual.

Los alumnos de Première LELE Español 2018-2019 del Instituto Paul Gauguin tuvieron la oportunidad, durante un taller de escritura, de crear sus propias novelas cortitas a la manera de unos de los autores cuyas obras fueron estudiadas durante el fin del año, incluyendo a personas como Julio Cortázar, Leopoldo Lugones y Horacio Quiroga.


I A la manera de Horacio Quiroga : El Hechizo


Paolo Salvadores era un pintor muy famoso en el mundo.

El 14 de Junio de 2016, el museo Guggenheim de Bilbao organizó una exposición acerca del arte abstracto por la que Paolo era el invitado de honor.

A su llegada al hotel Gran Bilbao, cansado, el pintor fue directamente a su habitación. Cuando él pasó por el pasillo para volver a su cama, se aprovechó de un momento para observar los cuadros que estaban en el muro. De repente, el pintor se detuvo frente a un cuadro muy extraño, extremadamente cautivador, casi hechizador.

Después, Paolo se encerró en su habitación durante muchos días para transcribir los sentimientos que había provocado la obra del pasillo. El pintor finalmente salió de su habitación después de cinco días de trabajo con varios cuadros que había realizado. Él decidió ver la dirección del hotel para intercambiar sus numerosas obras con el cuadro hechizador del pasillo.

Cuando Paolo finalmente se fue del hotel con su nuevo cuadro en las manos, le interpeló una mujer, fascinada :

« ¡Qué maravilloso es su espejo, Señor ! »


II A la manera de Leopoldo Lugones : El Bailarín y la Gitana


Empecé mi carrera de bailarín con la bellísima Rosa. Esa mujer era la más bella de Sevilla y del planeta entero.

Nos encontramos en un gran castillo durante una noche muy estrellada y calientísima. Yo era un bailarín y me preparaba para mi último espectáculo cuando me apareció la forma de una mujer. Aunque elle estaba lejos de mí, pude distinguir su piel blanquísima y su pelo largo y ondulado ; me aproximé despacio a ella, se abrochó el pelo y puso una flor en su moño.

Cuando me vio, se puso a correr y yo la seguí. Finalmente me llevó a un desván muy oscuro ; frente a mí, encontré un gran espejo en un armario antigüo. Cuando la luz iluminó el desván, la mujer desapareció y ya no comprendí nada de la situación : mi bella había desaparecido y ya no podía verla, como si se hubiera muerto.

Tres noches después, me pregunté cómo era posible y encontré en el suelo de mi habitación una flor, la flor bellísima que ella puso en su moño. Decidí volver al desván y ahí vi a la mujer de nuevo, estaba frente al espejo pero cuando encendí la luz, desapareció otra vez.


III A la manera de Leopoldo Lugones : Radionovela


Realmente, nunca me interesó el amor, a mí me parecía una pérdida de tiempo y, como tiempo es dinero, no tenía tiempo que perder. Ese sentimiento de incomprensión siguió creciendo cuando veía a todos mis estudiantes apasionarse por sencillas y fútiles radionovelas de amor.

Esa radio trataba también de las noticias universitarias sobre la vida en el campus y su rector, yo, reconocido como un hombre muy serio y con una carrera impecable. Desgraciadamente, ya no funcionaba la radio.

Una tarde, después de una reunión, estaba completando algunas fichas de inscripción cuando sentí por los ventanales un viento frío que anunciaba la llegada de una tormenta ; en ese momento, oí un ruido proveniendo de los pasillos. Decidí buscar su origen. Cuando salí de mi oficina y caminé por los pasillos, el ruido pareció convertirse en una melodía.

Cuando llegué frente al haula de la radio universitaria, identifiqué finalmente el origen de esa melodía ; vi por la puerta la silueta más voluptuosa que nunca había visto. Entré en el haula sin ninguna vacilación y traté de hablar con esa forma fantasmal.


« Te he esperado toda mi vida, me dijo suavemente, y ahora aquí estás.

- ¿Quién es usted? ¿Ya nos hemos encontrado? pregunté.

- Ven por aquí, me ordenó, déjame tocarte la piel. »


Yo obedecí. Sentí su pelo acariciar mi piel y casi pude abrazar las formas de su cuerpo. El viento nos interrumpió con una ráfaga fuertísima, y mi silueta, con mucho miedo, se puso súbitamente a correr. Yo, determinado, decidí seguirla. Cuando pensé coger su pelo, un relámpago rompió el cielo, iluminando la sala.

Aquí estaba yo, solo en un cuarto vacío, con nada excepto una cortina en la mano y, en el oído, el ruido de una radio emitiendo otra sencilla y fútil radionovela de amor.

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